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Mis demonios: "Dominó"

  • Foto del escritor: Nei DaCosta
    Nei DaCosta
  • 26 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

Estoy sentada, viendo con mirada perdida las fichas de dominó frente a mí. Quizá los demás piensan que me estoy tomando mi tiempo para tirar. Pero la verdad es que estoy viendo cómo se desmorona mi mundo. Las ideas atraviesan mi cerebro y lo fragmentan como si fueran balas. Y la verdad, mi cabeza duele como si me hubieran disparado.


Creo que no concibo la idea de que algo de esto sea real. Él dejó su teléfono tan despreocupadamente sobre la mesa que una pensaría que no tenía nada que esconder. A veces el mejor escondite es a plena vista. Pero la pantalla lo traicionó. Se encendió y pude ver el mensaje.


Me quería morir.


Una idea me venía acompañada de otra y luego otra. Como una ficha de dominó que va empujando a la que sigue. Todo estaba interconectado. Cada idea, cada sueño, cada memoria.


Su infidelidad me hizo pensar en las cosas que perdería. Eso me llevó a pensar en que soy egoísta. Eso me hizo pensar en que la gente egoísta se queda sola tarde o temprano. Y eso me hizo sentir sola. La soledad en este mundo tan inmenso. Un mundo lleno de belleza y horrores. Horrores como la guerra. Y pienso en todo lo que la guerra nos quitaría. Vidas, hogares y mis sueños de un futuro lleno de lujos y comodidades. Y eso me hace pensar una vez más en mi egoísmo. ¿Me importa más lo material que el dolor de millones de personas? Entonces pienso en el dolor y lloro. Lloro por mi dolor y por el dolor que todos sentimos. Así que lloro colina abajo. Pero nadie parece darse cuenta. O quizá sólo fingen no verme. Esta vida nos ha enseñado a no ver el dolor en otros, sólo en nosotros. Yo no soy diferente. Yo también he ignorado el dolor ajeno muchas veces. Porque no sé cómo ayudar, porque no sé cómo reaccionar. Porque tengo miedo. Y pienso en lo que me asusta. Y no quiero entrar ahí. Mis miedos no tratan sólo de monstruos bajo la cama. Mis miedos van más allá de lo que puedo soportar. Y me terminan regresando al aquí y ahora. Al mensaje que pronostica mi dolor, mi soledad, mis inseguridades y miedos. Mis meses refugiada en cama. Los cientos de pañuelos en el bote de basura. En los ojos que arden y la voz queda. En las sonrisas fingidas y las palabras que nunca expresaré porque estaré sola cuando tenga que enfrentarlo. Sola porque no tengo voz. Porque nunca he tenido el valor de hablar. De buscar a alguien. A quien sea. A quien me escuche. Porque ya me han abandonado antes. Porque mi dolor no es gran cosa. Porque no quiero molestar a los demás con mis problemas. Porque... Tengo mil excusas para aislarme. Porque ya no sé vivir. Porque vivo sedada. Sí, eso es lo que quería decir. No siento nada... y siento todo.


Suena tonto. Así que me río. Todos me miran, sin entender, y me recuerdo que esto sólo es un juego... Un juego de dominó.

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