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Mis demonios: "Lugares y no lugares"

  • Foto del escritor: Nei DaCosta
    Nei DaCosta
  • 20 nov 2024
  • 1 Min. de lectura

Vagué sola por el mundo por un tiempo. Un estúpido error, un mal juicio, una mariposa surgida de las cenizas fue lo que me llevó a errar.


Todo me parecía irrelevante, transitorio o difuminado. No veía inicio ni fin, como si el mundo siempre hubiera sido borroso. No existía nada, todo era un no lugar. Incluso los sitios que alguna vez llamé hogar. Incluso esos sitios que alguna vez significaron algo para mí. Todo desapareció.


O al menos así fue por un tiempo. Hasta que viniste a mí. Al principio dudé, pero la maldita mariposa volvió a posarse en mi mano. Lo tomé como una señal y te dejé entrar.


Y valió la pena. Me mostraste nuevos lugares, nuevos espacios. Incluso los lugares más simples comenzaron a tomar forma, a adquirir significado, a volverse lugares.


Eso es. Tú te volviste un lugar para mí. Me hacías sentir en calma, presente, libre. Sin importar que estuviéramos en un vagón del metro, en un pasillo del colegio o en un puesto de la calle, todo se sentía como casa. Todo se sentía feliz.


Y, aun así, con todo eso, no puedo sacarme algo de la cabeza. Dime, si has luchado tanto, si has construido tanto, si incluso has derribado muros, ¿cómo es posible que con un solo gesto todo dejara de ser un lugar de nuevo?

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