Mis demonios: "Cronofobia"
- Nei DaCosta
- 19 nov 2024
- 2 Min. de lectura
Abro la puerta y me adentro en el oscuro túnel. Me niego, pero no puedo evitarlo. Mis pies siguen avanzando pese al frío, pese a la humedad, pese al miedo y el cansancio. Pese al dolor. Hace mucho frío aquí.
Si siquiera pudiera prender una luz, podría estar un poco preparada. Ver dónde pisar o con qué no chocar. Pero no veo más allá de una palma.
Si tan solo tuviera una mano, no la soltaría y andaría a ciegas. Con miedo, pero acompañada. Pero sólo me acompaña el eco de mi andar.
Volteo y miro sobre mi hombro cómo va decreciendo la puertita que ilumina el piso de piedra. Cómo quisiera volver. Allí era tan cálido. Todo era muy claro y luminoso. No había miedo. Sólo debía gozar y respirar. Aquí, en cambio, no puedo hacer nada más que pensar. Y pensar no es bueno. La mente es un macabro laberinto que te lleva a muchas ideas, pero nunca a salidas. Mi mente no deja de mostrarme caminos invisibles frente a mí. Caminos llenos de monstruos, preocupaciones e incertidumbres. Caminos que sólo se bifurcan y llevan a más peligros.
Intento detenerme pero mis pies siguen avanzando. Con cada paso mi pulso se acelera más y más. Siento que me empieza a faltar el aire y tengo ganas de llorar. ¿Alguna vez has sentido una angustia como esta? Una angustia que crece conforme más decrece aquella pequeña puerta de luz. Más oscuridad es más incertidumbre. Un paso en falso y terminaré tropezando, con un pie roto o cayendo por una cloaca.
Y lo peor de todo es que siento que mientras más avanzo, más rápido me acerco a la oscuridad. Es como si mis pasos se volvieran más veloces conforme avanzo. ¿Por qué no puedo detenerme?
Miro una vez más a mi espalda, pero la luz ahora es una pequeña mota, casi indistinguible en un océano de penumbra.
Sigo caminando por un rato. Sólo quedamos el vacío y yo. Mi mente y yo. Sólo yo. O eso creo. Quizá no. O quizá me estoy volviendo loca, porque empiezo a oír voces. “¿Alguna vez has sentido esto?”. ¿Qué cosa? ¿Miedo? “¿Te da miedo lo que viene?”. A mí sí, ¿a ti no? “¿Cómo luce para ti?”. No lo sé. Y eso es lo que más miedo me da. Puede tomar cualquier forma. Es todo y nada al mismo tiempo. “¿Eso es malo?”.
Sigo caminando porque no tengo la respuesta, porque es inevitable, porque no quiero pensar más. Creo que me ha tragado por completo la oscuridad. No veo absolutamente nada, pero aún percibo el frío y las voces a mi alrededor. Intentan susurrarme cosas, pero me niego a oír. No quiero pensar en esta oscuridad. No quiero pensar en lo que viene adelante. No quiero, no quiero, no quiero.
Sólo quiero detenerme.
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